¡A cuidarlos! Los niños representan la mitad de los accidentados por la pirotecnia en las Fiestas

Con la época de Fiestas, comienzan a circular varios artefactos de pirotecnia hogareña: estrellitas para los más chicos, algún petardo explosivo para la diversión de los adolescentes y los fuegos más elaborados, reservados para las reuniones familiares. Parecería ser un hábito difícil de erradicar, a pesar de los numerosos y graves riesgos que conlleva su uso. Desde la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), recomiendan que no se manipule pirotecnia de manera casera, sino que su uso sea reservado para espectáculos oficiales con operadores entrenados. “Los fuegos de artificio y elementos similares pueden provocar quemaduras y daños oculares en las personas, asustar y lastimar a los animales y afectar el medio ambiente”, alertó la doctora Ingrid Waisman, médica pediatra neonatóloga e integrante del Comité Nacional de Prevención de Lesiones de la SAP. “Los niños representan una parte desproporcionadamente grande de los lesionados por pirotecnia: son cerca del 50% de las víctimas y el grupo de 10 a 15 años es el más afectado. Los menores no pueden entender el peligro de los fuegos artificiales, carecen de la capacidad de reacción necesaria para eludir el riesgo de incendio o explosión o actuar adecuadamente en caso de emergencia”, afirmó por su parte el doctor Rubén Zabala, médico pediatra y secretario del Comité Nacional de Prevención de Lesiones de la SAP. Esta información surge del ‘Manual de Prevención de Lesiones’ elaborado por la SAP en el año 2012, que representa un verdadero compendio que ilustra sobre los principales accidentes a los que se ven expuestos los niños y adolescentes, con el objetivo de lograr prevenir las situaciones que pueden suponer un riesgo para la salud. Entre otros factores culturales, favorecen la mayor incidencia de accidentes en niños la creencia arraigada de que la pirotecnia es un juego, la irresponsabilidad de los adultos en permitir su manipulación o su incapacidad de proteger a niños espectadores cuando los utilizan. Los artículos pirotécnicos pueden provocar lesión por acción térmica directa (llama, eyección de chispas, partículas y escorias calientes), por fuego de un incendio iniciado por el artefacto, explosión excesiva, elementos cortantes o restos del contenedor o de elementos que se utilizan como sostén o caja de resonancia (botellas). Todo tipo de artefacto pirotécnico puede producir lesiones: los petardos, bengalas, artefactos aéreos y artefactos ilegales son los más frecuentemente implicados, pero ninguno es inofensivo, hasta las “estrellitas” pueden incendiar la ropa o lesionar los ojos. “No solamente están expuestos quienes los manipulan, sino que entre el 25% y el 50% de los lesionados son solo espectadores u observadores que no manejan ni encienden artefactos pirotécnicos. En menores de 5 años la proporción de lesionados en forma pasiva es mayor (70% a 100%). Hay espectadores con lesiones graves en los ojos que permanecían a una distancia de hasta 30 metros de lugar del artefacto”, detalló Zabala. Entre las lesiones habituales se encuentran las oculares, que pueden ser quemaduras, laceraciones o abrasión en la conjuntiva, córnea o párpados, lesiones penetrantes y cuerpos extraños. Los artefactos pirotécnicos más frecuentemente implicados en este tipo de lesiones son los de uso aéreo. El doctor Zabala explicó que “las estadísticas muestran que alrededor del 40% de las lesiones son en la cabeza (el ojo es el lugar lesionado en el 15% al 30% de los casos); en miembros superiores, las manos y dedos son afectados el 20% al 40% y el resto de lesiones se producen en miembros inferiores (algunos en pie por pisar artefactos), tronco y genitales (artefactos pirotécnicos en bolsillos). Las lesiones graves en manos suelen corresponder a quemaduras, fracturas, luxaciones, amputaciones y lesiones neurovasculares que requieren complejas técnicas de reparación (microcirugía, colgajos, etc.). Las lesiones en los ojos en su mayoría son leves y temporales, pero algunas llegan a ser severas y pueden provocar la pérdida del ojo en alrededor del 2% a 4% de los casos y pérdida de visión severa en el 15% a 30%”. Un peligro también para los oídos De acuerdo con estándares de la Organización Mundial de la Salud, el parámetro de 70 a 80 decibeles (dB) constituye la intensidad sonora máxima de exposición a un sonido o ruido, para evitar posibles lesiones auditivas; mientras que la recomendación es no habitar en lugares con ruidos superiores a 65 dB. “En el caso de la pirotecnia, se estima que la explosión puede superar los 100 dB, nivel de riesgo auditivo que podría afectar negativamente al sistema auditivo”, describió la licenciada Micaela Constanzo del equipo profesional de MED-EL, compañía de origen austríaco líder en tecnología para soluciones auditivas. Desde el punto de vista de la legislación, existen diversas ordenanzas y proyectos en estudio en distintos distritos del país que tienden a regular la utilización indiscriminada de la pirotecnia y a morigerar los ruidos desmedidos en general. Pero ¿por qué es tan importante? “Las explosiones son ruidos de tipo impulsivos, es decir que son muy fuertes, pero de una duración extremadamente corta, por lo cual el sonido llega casi inalterado al oído interno e impacta las delicadas células que lo conforman”, añadió Constanzo, y detalló que esa huella puede ocasionar lesiones inmediatas e irreversibles, como la percepción de zumbidos o silbidos. Estos riesgos se incrementan cuando las detonaciones se realizan en lugares cerrados o semicerrados, ya que al ruido suscitado por la pirotecnia se suman los ecos en paredes y otras superficies. Ante cualquier síntoma auditivo, se sugiere la inmediata consulta médica. En síntesis, se debe evitar el uso de pirotecnia sonora (en los últimos años están ganando terreno los fuegos artificiales lumínicos que no producen ruido), muy puntualmente en espacios cerrados o semi-cerrados y, si hay personas más vulnerables a estas explosiones en la familia, hay que intentar minimizar el ruido exterior, por ejemplo, eligiendo sitios alejados, ambientes cerrados donde no penetre tanto el sonido externo, o evaluar el uso de protectores auditivos. Por otra parte, los estruendos provocados por estos productos pueden afectar especialmente a aquellas personas que presentan hipersensibilidad, como por ejemplo quienes tienen trastorno del espectro autista. En ocasiones, ellos sostienen que las Fiestas son eventos de sufrimiento y soledad en vez de ser una época de alegría. En las personas con TEA existe una sensibilidad exacerbada a los ruidos y las explosiones de los fuegos de artificio provocan en ellos reacciones desmedidas de angustia, y hasta ataques de pánico. El oído puede sufrir trauma acústico por pirotecnia, ya que las detonaciones de los petardos alcanzan hasta 190 decibeles, superior a los 85 decibeles que corresponden al límite aceptable en materia de salud sonora. Se suelen sentir zumbidos o silbidos luego de la detonación y, si bien luego disminuye su intensidad, pueden no desaparecer totalmente. Los niños están más expuestos porque su sistema auditivo es más vulnerable y también las mascotas suelen sufrir los efectos de las explosiones y demás ruidos extraños ajenos a sus rutinas. (Infobae)