Daniel Morano me enseñó a hacer buenas entrevistas

En el 2020 y más o menos por este tiempo me enteré de que al añatuyense Daniel Omar Morano Curet, lo habían nombrado director de Radio Nacional de Santiago del Estero. Somos apenas conocidos, un tiempo lo tuve de compañero de trabajo, en el que, en Santiago del Estero pomposamente llaman “El Multimedio”, formado por una radio de amplitud modulada y un diario. Siempre me pareció un tipo culto, bien informado, perspicaz y, obviamente, muy buen periodista. En un tiempo hacían un dúo imbatible en LV11, con otro gran periodista Luis Ramón Carabajal, “Charly” y un programa al mediodía entretenido, con invitados siempre distintos, preguntas con imaginación y dejando que el protagonista fuera el entrevistado y no ellos.
Porque, en serio, molestan, y mucho, esos locutores que, tras un gran rodeo y con voz engolada, hacen una pregunta kilométrica, sólo porque están enamorados de su voz y su sapiencia. Daniel y Charly en cambio, preguntaban con curiosa humildad, aún sabiendo lo que el otro iba a responder. Y muchas veces, en vez de regodearse con vanos floripondios, hacían las simples consultas que hubiéramos hecho sus radioyentes: “Por qué”, “cuándo fue”, “quiénes más estaban”, “qué sucedió exactamente”, “cuente algo más”.
En ese tiempo tenía la convicción de que yo era un periodista mediocre o un poco menos y lo sigo creyendo. Por eso cada vez que podía, a la hora del almuerzo oía las entrevistas que hacían, a veces tomaba nota y siempre, pero siempre, siempre aprendía. Con algo que decían, un comentario dejado como al pasar, una leve inflexión de la voz, daban el tono de la charla que estaban manteniendo con un Juan de los Palotes cualquiera, no importaba. Después se fueron los dos del “Multimedio”, sé que Daniel puso una radio de frecuencia modulada en la casa, o intentó instalarla, no sé. Y durante varios años, como muchos en el periodismo —incluido el que firma esta nota en la actualidad— se rebuscó la vida a los ponchazos, como pudo. A veces nos topábamos en el centro, haciendo trámites y cuando pude que pude le demostré el afecto que le tenía y le tengo, aunque repito, solamente somos conocidos. Esta nota la escribo sólo para que quede constancia de que cada vez que lo recuerdo, sé que si estoy en apuros me va a dar una mano, lo mismo que haré yo si uno de estos días me necesita. En el mundo andamos.