Pozo del Pescado: manantial de esperanza

Por El Diario 24 — 1 de enero de 2010 en Tucumán
Pozo del Pescado: manantial de esperanza

Por Florencia Soria | Las referencias que tiene son curiosas: el agua bendita y sus historias de fe. Gente que vio desaparecer los males que acechaban su salud o los favoreces recibidos de San Francisco Solano. El Pozo del Pescado quizás no es el destino indicado para los que buscan la foto perfecta para las redes sociales. Pero si para quienes salen de su casa en busca de un refugio en un mundo donde cada vez es más dificil creer en los milagros.  Hace más de 400 años, cerca de Trancas, San Francisco Solano clavó su bastón en la tierra e hizo brotar un manantial. El mismo que hoy alimenta la laguna que adorna este paraje tucumano. Las personas dueñas de fe, aseguran que son aguas milagrosas, que alivian dolores y sanan enfermedades. Son los mismos médicos, los que envían a sus pacientes a este rincón que guarda su esperanza en medio del tupido monte.  Alejado de la ciudad, en el Pozo del Pescado se respira calma. El lugar seguramente no despierta la emoción de quien no se toma unos minutos para escuchar lo que tienen para decir los fieles que se acercan al oratorio. Sus historia de vida y su búsqueda de la luz que los ayude a transitar el dificil camino de la enfermedad propia o ajena.  "Una señora me contó que desde que empezó a venir se mejoró de la diabetes y desde entonces viene cada mes a rezar y llevarse botellas llenas", asegura José, un lugareño que llegó hasta los pies del santo para pedirle por su familia.  El oratorio de San Francisco Solano es pequeño y está repleto de agradecimientos y ofrendas. Tiene dos campanas que, según dicen, el beato concede tres peticiones especiales a cada peregrino que llega por primera vez y tira de la cuerda del campanario. Afuera, unos cuantos bancos de piedra y cemento a veces se quedan cortos con la cantidad de visitantes. Cuando se celebra al santo, por ejemplo, el 17 de abril.  A la izquierda de la pequeña capilla rodeada de chañares, hay dos escalinatas de piedra que conducen al célebre pozo. Es rectangular y adentro tiene cuatro caños de donde fluye, en forma abundante y permanente, chorros de agua cristalina. Como José y la señora de la que habló, son muchos los fieles que llegan con decenas de botellas y bidones para llevarselos con agua. Algunos elevan sus oraciones, hacen sonar la campana tres veces y vuelven a casa, mientras que otros aprovechan los merenderos del lugar para pasar el día.  El Pozo del Pescado es un lugar de paz, más allá de la creencia que se profese. Asomarse a pedir por la salud. O disfrutar de un momento para meditar justificado por la tranquilidad del lugar.   Cómo llegar  El también llamado Pozo de San Francisco, se encuentra a 4 kilómetros de Trancas. Antes de ingresar a la ciudad, girar a la derecha e ir por la ex ruta nacional 9 hasta el cartel que presenta el paraje. Entrando unos 300 metros a la izquierda de la ruta por un camino de ripio, se llega a este sector donde el paisaje se pinta de verde, color esperanza.